La NASA reportó que el satélite Swift descubrió el año pasado un agujero negro en reposo, dentro de una galaxia lejana. Este fenómeno celeste se reactivó después de triturar y consumir una estrella que pasaba cerca. Ahora los científicos hallaron una señal distintiva de rayos X que proviene de la materia que está a punto de ser devorada.
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Esta señal, que se dirige a nuestro planeta, es conocida como oscilación cuasi-periódica (OCP), la cual es una característica que presentan los discos de acreción que rodean a objetos muy compactos en el Universo. Tal es el caso de enanas blancas, estrellas de neutrones y agujeros negros.
La galaxia, donde el agujero negro devoró una estrella, se encuentra a 3 mil 800 millones de años luz y se encuentra dentro de la constelación del Dragón. Cuando el agujero negro engullía a su víctima se disparó un rayo de energía que se observó en la Tierra durante bastante tiempo, este haz de radiación viajó 3.9 millones de años para llegar a nuestro planeta.
"Este descubrimiento amplía nuestro conocimiento sobre el borde interior de un agujero negro situado a miles de millones de años luz de distancia, lo que es realmente asombroso. Esto nos da la oportunidad de explorar la naturaleza de los agujeros negros y poner a prueba la relatividad de Einstein, en un tiempo en que el Universo era muy diferente de lo que es hoy", explica Rubens Reis, investigador de la Universidad de Michigan y coautor de un artículo que aparece este jueves en la revista Science Express.
El despertar de una agujero negro nunca había sido visto, por eso fue un asombro cuando los investigadores tuvieron los datos del satélite Swift, el cual descubrió a la fuente de rayos X conocida como J1664 Swift 57, y observaron cómo un agujero negro devoraba una estrella cercana.
Cuando la estrella llegó a su punto más cercano del agujero negro, ésta fue triturada rápidamente. Parte de su gas fue a dar al interior del agujero negro y el resto formó un disco alrededor de él.
La parte interna del disco se calentó tanto que emitió un chorro de rayos X el cual fue lanzado directamente hacia la Tierra. Débora Dultzin Kessler, investigadora del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), está convencida de que en el centro de cada galaxia activa existe un agujero negro supermasivo, con una masa que puede ir desde un millón, hasta diez mil millones de veces la masa del Sol.
Los cuásares, como las galaxias activas en general, tienen en su centro una luminosidad excepcionalmente alta, es decir, una gran cantidad de energía se emite desde ese punto. Debora Dultzin Kessler aseguró que esta energía se desprende de la materia antes de caer en un agujero negro ubicado allí, justo en el centro galáctico.
AGENCIAS/ NUEVA YORK, EU.
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