martes, 22 de mayo de 2012

Conocer y comprender a nuestros adolescentes para evitar su fracaso escolar.


La adolescencia puede ser transitada de diversas formas, lo esencial es comprender que es una etapa de crisis tanto para el joven en desarrollo como para sus figuras parentales. Para realizar un acompañamiento acorde y con buenos resultados educativos es necesario conocer como se vive esta etapa.


Sabemos que la entrada en la adolescencia, provoca una crisis tanto en el sujeto que la va a transitar como en los padres que deben acomodarse a ella. Es menester, por ello, entender al adolescente como un sujeto que debe enfrentar transformaciones tanto psíquicas como físicas, ambas simultáneamente. El adolescente debe enfrentarse con su propia metamorfosis.
Desde lo físico se va a encontrar con que su cuerpo infantil y conocido, se va a transformar en un cuerpo con características idénticas al cuerpo de un adulto, un cuerpo desconocido, del cual deberá apropiarse, hacerlo suyo. Un cuerpo con nuevas formas y potencialidades, nuevas necesidades y deseos a satisfacer. Una de las nuevas potencialidades que le hace frente a este joven, es la de ser padre, pero para esta función todavía no esta preparado (esta es una larga construcción simbólica que llevan a cabo los progenitores desde la temprana infancia de su hijo, cuando este es tan solo un niño, y por ende potencialmente, futuro padre).
Desde lo afectivo, los docentes serán los herederos de esa historia de afectos de las primeras relaciones afectivas con las figuras parentales, con el otro primordial. Desde allí es posible poder entender, a través de y mediante el proceso de transferencia, la agresión del adolescente en todas sus formas (contestaciones, desobediencias, etc.) hacia sus docentes. Aclaro que no justifico con esto, al sujeto que guarda en si mismo una potencialidad psicótica y durante el tránsito de esta etapa, sufre un brote de la misma. Siempre me refiero al sujeto que cursa por un desarrollo de su psique-soma saludable. Lo que si resulta interesante es que el docente debe comprender ciertas actitudes de los púberes, no como un atentado contra su autoridad y conocimientos del caso sino como una reproducción afectiva de su historia infantil, de lo vívido por él y porque no, también, como un enfrentamiento hacia la cultura adulta como medio de acceder a ella.
Desde lo psíquico deberá realizar un trabajo de poner en historia su pasado, re-historizarlo, establecer su filiación, es decir, enlazarse como un eslabón más en una cadena generacional con predecesores y futuros sucesores, también le compete la creación y el hallazgo de su objeto de amor en lo extra-familiar (lo social), es decir abandonar su lugar en las relaciones afectivas familiares (familia como valor refugio) y buscar uno nuevo en la Sociedad, entre otras cuestiones.
Desde la familia será necesario una estrategia de comprensión y de transmisión del proceso de crecimiento, hacerlo metabolizable para el púber, crear nuevos espacios a partir de adoptar lugares diferentes como es el de separación de la madre para evitar lo que se llama Inhibición intelectual, debido a una falla en la subjetivación. Otra cuestión es no confundir las barreras que separan las generaciones, algunos padres frente a su deterioro físico, intentan asumirse como amigos de sus hijos.
Algunas manifestaciones de estos jóvenes: Las paradojas entre desafío de independencia y dependencia infantil, sobreinvestidura intelectual contra la emergencia pulsional, depresividad expresadas como quejas (no como enfermedad), soledad en el grupo, taciturnidad, dificultades escolares, rebelión frente a la Sociedad adulta, agresión y destrucción hacia su cuerpo y hacia el de los otros, acceso al alcohol o drogas para mitigar “la falta”, otras conductas de riesgo, etc.

Para poder entender el mundo de la adolescencia debemos recordar que: El adolescente necesita figuras parentales, imagos o relevos, contenedores y presentes pero no intrusivos. El adolescente en lugar de “decir” va a actuar (sus actos nunca carecen de significados), necesitan de la transmisión de sus orígenes (puntos de anclajes y capital fantasmático), del re-conocimiento y comprensión de su estado, de su aceptación a pesar de sus cambios, y así como necesita enfrentar al adulto necesita también del adulto que le haga frente (no se debe claudicar).

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