sábado, 17 de marzo de 2012

Adolescere: crecer, desarrollarse

La tarea esencial del adolescente es crecer.
 
 Todo el transcurso de la existencia puede entenderse como un crecimiento, una pérdida y adquisición permanente, y éste adquiere en la adolescencia mayor relieve. Involucra sentimientos de dolor y confusión. Crecer es siempre angustiante, por lo que se pierde y deja atrás.
En esta etapa es mayor, pues es ingresar en un mundo desconocido el de los adultos. El adolescente que se vuelve adulto pierde a su infancia y a sus padres, y éstos al niño. El signo distintivo de la tarea del adolescente es el desprendimiento de los lazos infantiles para poder hacer su inserción en el mundo adulto. El adolescente es un proyecto, todo está por hacerse en él.
Piaget considera como el carácter fundamental de la adolescencia su inserción en la sociedad de los adultos, que supone una reorganización total de la personalidad y las transformaciones del pensamiento (la elaboración de las estructuras formales). La gran novedad reside en la posibilidad de manipular ideas (y no objetos). Elabora teorías, hace proyectos para el futuro. Comienza a pensar en el futuro, en su programa de vida "adulto", al buscar introducirse en la sociedad de los adultos propone reformarla.
Paulatinamente el trabajo con la realidad le permite rectificar su percepción de lo real hacia algo que puede elegir y transformar. La posibilidad de acercarse a lo real por propia reflexión y descubrimiento y no por sometimiento.


La necesidad del contacto psicosocial presenta características peculiares en la adolescencia, que se puede resumir como sigue:

Creciente contacto con la sociedad:

El joven pasa gran parte de la jornada fuera de la propia familia; en la escuela y en el ambiente de trabajo tiene la posibilidad de establecer interacciones sociales con sus coetáneos y con los demás cada vez más extensas y duraderas.

Creciente adhesión a las ideologías corrientes:

La adquisición de poderes mentales más vastos, el acceso al pensamiento formal y a todas las operaciones que comporta, además de facilitar la compresión del ambiente, suscita en el adolescente el deseo de elaborar teorías, de participar activamente en las ideas de los hombres con que vive y las corrientes de pensamiento cultural de los contextos sociales en que está inserto.

Creciente comportamiento de los demás:


Dependiendo siempre de la maduración intelectual, y también emocional y social el adolescente se hace más idóneo para ponerse en sintonía con los demás, para dialogar con sus coetáneos y con los adultos, para descubrir el significado de sus actividades, para colaborar en el plano de las ideas.

Creciente emancipación de la familia:

A medida que las experiencias sociales del adolescente se extienden y se amplían los contactos con las personas, se separa emocionalmente de su propia familia, parcialmente de los padres. Los cambios condicionados por la pubertad tienen una incidencia fundamental en le proceso de emancipación de la familia por parte del adolescente.

Creciente adaptación heterosexual:

La vida escolar y de grupo facilita la adaptación heterosexual del adolescente. Las investigaciones llevadas a cabo en este sentido revelan un progresivo acercamiento de los sexos en la edad de la adolescencia, según modalidades condicionadas de modo diverso por la madurez personal y por el ambiente sociocultural.
La categoría de las necesidades psicológicas, especialmente la de la conservación existencial y la de la integración universal, hallan en el período de la adolescencia su afirmación más decidida. La necesidad psicosocial es presentada como uno de los tipos de interacción que necesita la unidad vital "yo y el mundo

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