Nuestra capacidad para asimilar nuestro nuevo cuerpo depende en gran parte de la imagen ideal que tenemos de nosotros mismos, de cómo nos gustaría ser.
Nuestro antiguo cuerpo de niño cambia rápidamente y puede costar nos aceptar que ya no somos el mismo, ¿a quién nos parecemos? Probable mente a nadie, (mejor dicho a nosotros mismos) ¿a quién nos gustaría parecernos? ¿A qué estrella de la música o de la canción? Poco importa, casi siempre tenemos una forma ideal, con la que tendremos tendencia a compararnos, evidente mente no seremos nunca igual que él o ella y nos sentiremos mal.
Si nos sentimos feos, tenderemos a ocultar nuestro cuerpo, por ejemplo dejando que nos caigan los cabellos sobre la cara o vistiéndonos con vestidos que ocultan o disimulan nuestro cuerpo (esas formas que no nos satisfacen), o por el contrario intentaremos parecernos a nuestro ideal maquillándonos, poniéndonos tacones altos, tiñendo los cabellos, corte de pelo, etc.
Lo curioso es que nadie nos ve como nos vemos, cada persona nos ve con los ojos de su ideal. Podemos incluso no gustarnos y sin embargo gustar a los demás.
Es posible e incluso deseable sentirse bien en nuestro propio cuerpo. En el fondo cuando queremos parecernos a alguien con éxito, conocido o famoso, no es siempre porque deseamos ser así, como ellos, es muy probable que a lo que aspiramos es simplemente a ser admirados, queridos o deseados por los demás, ese es probable mente el motivo por el que tendemos a imitarlos.
Sería demasiado fácil decir que basta con ser nosotros mismos, pero es la verdad, mostrarse tal y como se es, sin pretender ser otro, sin esperar halagos, sin miedo a no ser aceptados, siendo naturales, tal cual, aceptándonos, abriéndonos a los demás, nos conduce a un tipo de belleza mucho más duradera y natural, más autentica, más verdadera y sin duda más apreciable.
No hay nada más bello que una mirada o una sonrisa de alguien que se acepta tal y como es, ésta nos inspira una gran ternura y un gran deseo de ir hacia él. No sé si has observado que el día en que nos encontramos bien y tenemos la impresión de que la vida nos sonríe, esto se refleja en nuestra cara y los demás también nos sonríen, nos aceptan, vienen hacia nosotros.
No se trata de una sonrisa o una mirada provocadora, no hay nada que pretender basta con ser, es simplemente una sonrisa o una mirada que refleja bienestar interior.
POR: TEACHER BONILLA
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