lunes, 12 de marzo de 2012

NO TENGO GANAS DE ESTUDIAR! por que?





Desinterés por saber, agotamiento físico, apatía por el estudio, aburrimiento y desgano en las tareas escolares son cuestiones que a nosotros educadores nos tocan de cerca y cada vez con mayor frecuencia, situaciones que nos obligan a una renovación permanente de nuestra práctica, reformular nuestra didáctica, actualizarnos en el manejo de nuevas herramientas, tecnologías e insumos, etc. Pero la situación se complica aún más si se suma dicho cuestionamiento en el seno del hogar. En nuestras multifaceticas funciones de padre proveedor, empleado eficiente, marido amoroso, hijo dulce, ciudadano responsable…., descuidamos otras tanto o mas importantes vinculadas como nuestra relación padre-hijo desde lo afectivo –no tanto desde lo material-, con presencia física, activa en calidad y cantidad. Vivimos en tiempos de cólera, vertiginosos que dejan poco tiempo para la reflexión, para frenar  y meditar. Es cierto que los jóvenes de hoy están expuestos a modelos negativos, tendencias post-modernas relacionadas con el culto al cuerpo, el hedonismo, el facilismo, la exhibición a toda costa y a cualquier precio. Importa el hoy sobre la falta de proyección a futuro con una base sólida sostenida desde el sacrificio cotidiano. Cuan responsable de esto es la t.v., Internet, el mundo de la publicidad y cuan responsables somos nosotros al no controlar el nivel de exposición de nuestros hijos, al no orientarlos, aconsejarlos o prevenirlos, ya que en muchos casos asumen riesgos sin medir las consecuencias de sus actos. Se dan situaciones contradictorias en el mundo loco que supimos conseguir y construir, por un lado se glorifica la belleza y la eterna juventud y por otro para alcanzarlo nos exponemos a morir en el intento, cayendo en severos desordenes alimentarios o en cirugías costosas y riesgosas. Hasta donde se nos imponen estos modelos o nos los dejamos imponer, siendo responsables indirectos y conspirando con esta realidad,  siendo nosotros difusores de éstos mismos valores, con actitudes que nuestros jóvenes decodifican y asimilan como válidas, asó no debe sorprendernos que hoy jóvenes difundan por la web o desde sus celulares imágenes de violencia escolar, ya que la escuela es una esponja que asimila la realidad de su entorno y la reproduce en el micromundo áulico y nosotros adultos somos los espejos en el cual los hijos se ven tempranamente  reflejados, copian, imitan y reproducen lo que ven en nosotros. Existe un gran choque, una enrome contradicción entre los postulados de la escuela tradicional en la que nuestra generación se formó y educó y la que se reproduce hoy desde la postmodernidad en los establecimientos educativos actuales, la verticalidad en las relaciones hoy es horizontal, el temor se cambió por el  respeto para ser reemplazado hoy por la degradación del otro, por la imprudencia, la insolencia y la trasgresión agresiva en su máxima expresión. Frente a éste desalentador panorama, complejo y profundo, no debemos caer en el error de anularnos ante el cuestionamiento: no tengo ganas de estudiar ¿?, puede encerrar muchas cuestiones que trascienden lo específicamente escolar. Nuestra interpretación y mirada del asunto debe ser activa, responsable y comprometida, indagando los porqué, de dicha actitud. Acotando y afinando la mirada, y si bien todos estos factores externos influyen en las conductas de nuestros hijos no podremos revertir toda una avalancha cultural que estoy esta presente con contundencia, pero no podemos mirar para el costado. Es responsable la sociedad de los que le pasa a  mi hijo, los medios de comunicación, los vagos de los amigos, la influencia de los medios, el caño y la mar en coche ¿?: Si, no en parte, depende y entonces ¿?...
 Nosotros somos espejos, forjemos el modelo que queremos ver reflejado en nuestros hijos, empecemos por casa, por nuestro micromundo conocido, no intentemos buscar mágicas fórmulas alquimistas en un catálogo de venta directa y rápida por t.v., caeremos en la desesperación en el inevitable fracaso. No podremos esperar que nuestros hijos sientan placer por la lectura si nunca nos ven leyendo un libro o el diario, el ejemplo empieza por casa (la primera escuela).
Existen también otros aspectos vinculados con la personalidad de nuestros hijos por razones de herencia genética, evolución e historia personal, tales como timidez, inseguridad e introversión que llevadas a límites extremos en momentos críticos como la pubertad donde definen su identidad y abandonan con un importante duelo el cuerpo de niño, o ante la perdida de un ser querido, estas actitudes pueden alterar el rendimiento escolar y actuar como poderosos distractores potenciando así estas características personales y pudiendo llevar al fracaso escolar si no son debidamente atendidas. Aparecen señales notorias para estar atentos, no sólo en las calificaciones –las mas evidentes- sino en la caligrafía, el no cumplimiento en tiempo y forma de trabajos escolares, ausentismo reiterado, falta de apetito, tendencia al aislamiento, etc.
El grupo de pares, en especial durante la adolescencia pueden actuar positiva o negativamente en éste sentido, potenciando para bien o para mal estas actitudes y que por lo general en el afán de encontrar su identidad/personalidad diferenciada obviamente de la del adulto,  rompen ese espejo mágico que supimos construir y en el cual ellos se veían reflejados, Qué alternativa nos queda ¿? Siempre seremos sus padres, sus guías, acerquémonos a nuestros hijos con amor fraternal y sincero,  ellos sabrán poner el oído o abrirse para un abrazo oportuno. Ellos nos dan señales y esta pregunta formulada directamente o por elevación es una de ellas, si su rendimiento académico es decreciente, se muestra diferente a lo normal, manifiesta temores, irritabilidad e inseguridades reiteradas debemos indagar, a él, a su grupo de pares, acercarnos a la escuela, solicitar –llegado el caso y según las particularidades y antecedentes- una entrevista con docentes y directivos y/o solicitar la intervención de un profesional o gabinete psico-pedagógico. Apuntalemos, sembremos y protejamos con todos los cuidados necesarios ese retoño que dará importantes frutos el día de mañana, reforcemos  su autoestima, valoremos sus conductas positivas, vayamos al acto donde actúa de gauchito o paisana, sepamos que hace en su tiempo libre, protejámoslos con amor, poniendo límites bien intencionados y cuando corresponda: negativas con el debido fundamento. Se trata pues de entender al límite como barrera de protección, arropando sin tapar, guiando, aconsejando a cada paso y acompañándolo sin por ello marcar el camino, sin privarlo de experimentar sus propias vivencias. Inculcando esos valores y actitudes que harán de ellos miembros socialmente competentes, responsables, saludables, respetuosos, en este Mexico tan dificil por falta de valores. 
POR: TEACHER BONILLA

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