Los adolescentes necesitan su propio espacio e intimidad, y lo hacen saber a cada rato. Los padres luchan en vano para que mantengan el cuarto limpio y ordenado, siendo lo prevalente el desorden y la ropa tirada.

Es común que el adolescente permanezca varias horas encerrado en su cuarto sin hacer nada, dirían sus padres. Hay que respetar esos momentos de soledad e intimidad. Esto no significa que no deban inculcarle el orden y la limpieza, pero sin intromisiones. No hay nada que moleste más a un adolescente que descubrir a sus padres tocando y revisando sus cosas personales. Lo sienten como una invasión.
Recordemos que el adolescente se encuentra en la difícil tarea de constituirse como un sujeto diferente a sus padres, con sus propios gustos y sus propias cosas. Por lo tanto, no es raro encontrar la prohibición por parte de ellos, verbal o escrita, de la entrada a su cuarto. Este es su territorio y lo que hay allí dentro se constituye como propio, ajeno al control, a la manipulación y hasta, a veces, al conocimiento de los padres.
POR: TEACHER BONILLA
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